Hoy emprenderemos la honorable tarea de unificar a dos sectores existentes entre los cinéfilos que muchas veces no tienen oportunidad de coincidir. Hablo de aquellos que se entusiasman en cuanto empieza la película y ven el rótulo de "Basado en hechos reales" y aquellos otros que disfrutan del cine de terror, pese a los sobresaltos que desparraman las palomitas y la carrera post-fílmica por el pasillo hacia sus cuartos, estimulados por las sombras de mueca hostil que imaginan acechando.
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Sí, hay películas de miedo que están inspiradas en la realidad, hecho que parece acrecentar todavía más la dualidad morbo/pánico que todo amante del terror anhela chutarse, y que todo perverso enemigo se molesta en apuntar, varias veces, entre la elección de la película y la catarsis final, cuando hemos quedado a verla con ellos. Nos centraremos en tres de las más míticas.
PESADILLA EN ELM STREET
El señor con humor de parvulario y el peor cutis de la historia del cine, Freddy Krueger, acosa en sueños a unos adolescentes de barrio para podarlos, cual setos pubescentes, con su jersey a rayas y su guante ergonómico de cuatro cuchillas. Dirigida por Wes Craven en 1984.
Wes Craven parió la idea al quedar fascinado con una serie de artículos publicados en Los Angeles Times. En ellos se narraba el extraño caso de unos inmigrantes procedentes de Asia que se negaban a dormir presos del pánico. Les acosaban terribles pesadillas. Y así era, algo los mataba cuando al fin podían conciliar el sueño. No había explicación aparente.
Jóvenes sanos que morían mientras planchaban la oreja y en cuyas autopsias no se revelaba anomalía alguna. Súmale a eso algo de la psicología freudiana que Craven había estudiado en sus tiempos universitarios y tienes al asesino más arraigado en el subconsciente social.
Al parecer las extrañas muertes estaban relacionadas, entre otras posibilidades estudiadas, con la genética de la etnia afectada en cuestión: los Hmong. Arritmias ventriculares de carácter hereditario que podían llegar a ser letales en estado de sueño.
EL EXORCISTA
Una niña se pone mala, muy mala, tanto que parece que tiene el demonio dentro. Llaman al pediatra católico mejor formado cuando la niña se pone faltona y se le agrava la voz. Dirigida por William Friedkin en 1973.
La película está basada en la novela de William Peter Blatty en la que se narra la posesión de una niña de 12 años por Pazuzu, en la mitología sumeria, asiria y acadia el rey de los demonios del viento. Pero ¿de dónde saca esta historia Blatty? El escritor narró que fue en 1949 cuando, como Craven, lo leyó en el periódico. En el Washington Post, para ser exactos. Un artículo sobre un niño de Maryland que se llamaba Roland, y que, parece, estaba poseído.
Al niño le pasó de todo, "supuestamente": levitaban violentamente cosas a su alrededor, gritó en latín: "Oh, sacerdos Christi tu scis me esse diabolum", que en castellano vendría a ser un terrorífico: "Oh, Sacerdote de Cristo, tú sabes que yo soy el Diablo", le aparecieron palabras en la piel escritas por garras, hirió a un par de curas, y le practicaron, aproximadamente, 30 exorcismos en un par de semanas. Al final, "supuestamente" otra vez, su cuerpo fue abandonado por el maligno y vivió feliz y sin posesiones.
LA MATANZA DE TEXAS
Unos jóvenes adolescentes descubren los pormenores de ser ganado en un matadero visitando el simpático estado de Texas. Dirigida por Tobe Hooper en 1974.
Durante el visionado de esta película uno desea con todas sus fuerzas que no existan familias cuyo electrodoméstico principal sea la motosierra, aun así de nuevo existe una terrible historia tras este film.
¿Quién era Ed Gein, el asesino bautizado como "El carnicero de Plainfield"? Un majareta (de Wisconsin, no de Texas) condenado por haber cometido crímenes entre 1954 y 1957. Se le acusaba del asesinato de dos mujeres y, no solo eso, también por el desorientado hobby de desenterrar cadáveres y confeccionarse vestimentas y decorar su casa con ellos.
Fueron los dos agentes más desafortunados de la policía que se me ocurren los que, investigando la desaparición de la dependienta de la ferretería de Plainfield, sospecharon que Ed estaba implicado. Entonces entraron en su casa y encontraron algo así como un especial de Halloween de Ikea:
- 1) El cuerpo desnudo de la muchacha que buscaban colgado de los tobillos, decapitado, abierto por el torso y eviscerado.
- 2) Diez calaveras a las que les había quitado la parte superior para servir de tazones y ceniceros.
- 2) Pantallas de lámparas y asientos hechos de piel humana.
- 3) Platos de sopa hechos con calaveras.
- 4) Más calaveras en los postes de su cama.
- 5) Los órganos de la chica en el refrigerador (para que no se pusieran malos).
- 6) Un cinturón de pezones humanos.
- 7) Una caja de zapatos con nueve vulvas
- 8) Otras tantas "manualidades" hechas de partes de cuerpos humanos.
Nunca fue probado que este señor se comiera a toda esa gente, tampoco llegó a admitirlo. Era muchas cosas pero no un caníbal, ni tampoco un amante de la necrofilia. No tenía sexo con las muertas porque decía que "olían mal". No mucho mejor que el salón de su casa, supongo.
¿Cómo se crea a un monstruo así? Bueno, el entorno familiar es importante, recuérdalo cada vez que te quejes de las cenas de Navidad en familia. Padre poco afectivo y alcohólico. Madre extremadamente religiosa, estricta y confesa de odiar a las mujeres por considerarlas el mismo pecado... Fue ella la que impidió cualquier influencia del mundo exterior sobre su hijo y la que propició un trastorno mental severo en él. Cuando murió, en el 45, Ed selló su habitación por lo que fuera.
Como no podía ser de otra manera, fue declarado enfermo mental y dio con sus huesos en una institución psiquiátrica donde, maravillas de la vida, se ve que destacó por su buena conducta y manso comportamiento. Mientras Ed se pudría en el manicomio la furgoneta en la que trasladó a todos sus cadáveres y curtía sus pieles antaño, fue subastada y comprada por alguien con tan poco estómago que la paseó por distintas ciudades cobrando por ver su interior adornado con sangre falsa.
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